Aprende a diferenciar entre sistemas complicados y complejos, y cómo abordarlos de manera efectiva. Descubre ejemplos de empresas que representan cada caso y cómo manejarlos en un mundo en constante cambio y dinamismo.
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Este post hace parte del tema Emprendimiento.
No confundas complejo con complicado
"El mundo no es complicado, es complejo. La complejidad no es algo que pueda ser resuelto, sino que debe ser navegado".
- Hugh MacLeod
A menudo se usan los términos "complejo" y "complicado" como sinónimos, pero en realidad tienen connotaciones ligeramente diferentes.
Un sistema "complicado" es uno que tiene muchas partes y es difícil de entender, pero sus partes pueden ser analizadas y desglosadas en partes más pequeñas. Es decir, su complejidad se debe a la cantidad de partes o variables que lo componen, pero se puede abordar de manera sistemática y dividir en componentes más simples. Por ejemplo, un reloj mecánico es un sistema complicado. Aunque tiene muchas piezas, cada una de ellas se puede identificar, y su función y relación con las demás se pueden entender y explicar.
Por otro lado, un sistema "complejo" es aquel que tiene muchas partes interconectadas que interactúan de maneras no lineales y a menudo impredecibles. Es decir, su complejidad se debe no sólo al número de variables, sino también a las interacciones entre ellas, lo que puede generar comportamientos emergentes que no son evidentes al observar individualmente las partes. Por ejemplo, un ecosistema es un sistema complejo, ya que está compuesto por muchas especies y factores ambientales que interactúan entre sí en formas complejas y dinámicas.
Aquí te muestro un ejemplo para cada caso:
Una empresa complicada podría ser una gran corporación con numerosas divisiones y unidades de negocio, cada una con sus propios procesos y sistemas altamente especializados y complejos. Cada área puede tener su propia jerarquía y estructura de mando, y la coordinación y comunicación entre ellas puede ser difícil.
Un ejemplo de este tipo de empresa podría ser General Electric, que se extiende a través de múltiples sectores y mercados, desde la energía hasta la aviación y la salud.
Una empresa compleja podría ser una pequeña startup tecnológica que está desarrollando una plataforma digital innovadora para un mercado emergente. La empresa puede estar en constante evolución y crecimiento, con equipos interdisciplinarios de ingenieros, diseñadores y especialistas en marketing trabajando juntos en estrecha colaboración para crear y lanzar nuevos productos y servicios. La cultura empresarial puede ser flexible y orientada a la experimentación, con procesos de toma de decisiones basados en la retroalimentación y la adaptación continua.
Un ejemplo de este tipo de empresa podría ser Slack, un servicio de mensajería y colaboración en equipo que ha revolucionado la forma en que las empresas y organizaciones trabajan juntas.
La diferencia entre complejo y complicado radica en que lo complicado se puede descomponer en partes más simples, mientras que lo complejo implica una red de interacciones dinámicas entre las partes que a menudo son difíciles de entender o predecir.
¿Te has preguntado cómo algunas empresas logran tener tanto éxito con estrategias y procesos aparentemente simples? ¿Cómo algunas marcas logran crear productos y servicios increíblemente efectivos sin complicarse la vida con complicadas teorías y conceptos?
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